lunes, 27 de abril de 2020

Morir en Pandemia. Una tarea para valientes.

Morir en Pandemia. 
Una tarea para valientes.

Florencia Rosa Cafarelli 
Técnica Superior en Psicología Social. 
Instructora en Socorrismo en Zonas Agrestes y Urbanas. 
Monitorea y certifica zonas Cardio Segura. Bombero. Payamedico. 
Estuvo a cargo del Departamento de Psicología de la Emerencia en la Federación Entrerriana de Bomberos Voluntarios. Actualmente se encuentra trabajando en el Área de Capacitación de la Administración de Parques Nacionales.





Morir tiene sus lujos. 

Definitivamente morir es un suceso de por si estresante, donde no se terminan de comprender los misterios de la muerte, que nos confronta irremediablemente a los misterios de la vida. 
Cuando esto sucede, transitamos diferentes sentimientos y etapas normales del duelo, que se van entremezclando y estrechando entre sí. Algunas aparecen de inmediato, y otras se van a ir apareciendo a medida que pasa el tiempo, y el dolor disminuye pero no deja de existir. Se transforma, como todo en la vida. 
Dicen los que saben, que hay un tiempo. Otra vez el tiempo que va y viene, y nos atraviesa como una daga (ya que estamos, lo hacemos temático). 

Morir de por sí es un negocio. Donde no se tiene dignidad y empatía a la hora de lucrar y sacarte hasta el último peso. Sobre todo, porque tenes el alma tan rota y los ojos tan llenos de dolor, que ni siquiera podes leer las letras chicas. Dependiendo del bolsillo del consumidor, claro está! No es lo mismo no tener un mango que haber ahorrado unos pesos que te permiten morir con dignidad, porque morir no es un acto individual y egoísta, sino colectivo y público. 

Las ceremonias y rituales, porque sean cuales sean, todos las tenemos. Compartir el dolor de la pérdida con otro, hace que nos confrontemos con nuestros propios sentimientos. Intentaremos aceptarlos, o por lo menos, se nos pone el suceso frente a los ojos y no podemos escaparle por mucho tiempo. 

Usualmente, morir tiene sus lujos. Pueden hacernos un catering interesante aunque no puedas tragar nada, con bebidas calientes y frías pa´ bajar el bocado. Pueden ponernos transporte: uno confortable para los dolientes y uno para el occiso (ah!! Esta palabra la escuche del camillero que buscaba al muerto del hospital para llevarlo a la cochería), para que vaya cómodo hasta la morada final. También retiran el cuerpo de donde esté y te lo llevan a donde queres. Eso es bueno.!!! También te asesoran para realizar la documentación correspondiente para que “esa persona que en vida era”, pase a ser un “difunto” en un papel frío para que presentes donde gustes. Luego te ofrecen diferentes tipos de cajones (la parte donde te preguntan el peso y la altura es too much), música instrumental, parcelas privadas, urnas de diferentes formas y flores o coronas. Nada es al azar, todo está fríamente calculado. Maravilloso negocio, no sé por qué no se me ocurrió! 

Pero en tiempos de pandemia, la cosa tiene sus vericuetos. 

Morir en pandemia tiene sus contratiempos. Muchos sitios cerrados, médicos ausentes por la cuarentena, teléfonos que dejan de ser atendidos y la lista es larga. A todo esto se le suman los laberintos de transitar por la city. De por sí, hay que pasar los controles de “sanidad”. Largas colas de autos, personas con barbijos, planillas y conos. Donde, por supuesto, no es lo mismo transitar en vehículo propio que en transporte público. Cuando uno, apenas con las habilidades para manejar, llega a los controles y debe justificar el paso, puede pasar cualquier cosa. En transporte público los tiempos cambian, debido a que hay que esperarlos largos minutos, que se vuelven horas eternas de ida y vuelta. 

Al llegar a la barricada te aborda el personal correspondiente, y te solicitan los permisos y la documentación necesaria que cuesta muuuucho conseguir, y que no es tarea fácil. Donde una expone con el corazón en la mano lo sucedido y rogas con la mirada que te permitan pasar. Luego se presenta la documentación impresa, el permiso si dispones de impresora, porque, obviamente, todos los negocios están cerrados. Si no tenes impresora, lo llevas en el celular y no te quedes sin batería porque no regresas a tu casa. 

Una vez que transitas por la ciudad de los zombies, llegas al sanatorio/hospital. Te informan del sucedo, de los pasos a seguir y te envían a un sector “privado”. Ese sector recibe los insumos del hospital, por allí se retiran los residuos y, por supuesto, de allí sacas a tu muerto. Claramente, separamos a los muertos de los vivos, no sea cosa que la mezcla nos confunda un poco más. Finalmente, te dan un turnito para retirar al occiso y todo arreglado. 

Una vez hecho el trámite inicial de cuasi retiro, seguimos con los pasos necesarios con la casa de sepelios (previo ir y venir pasando controles). Ahí todo se vuelve formal, porque aún no te sacaron la plata, entonces la cosa se pone linda de por sí. Te abordan con amabilidad y te informan que por esto de la Pandemia te hacen un pequeño descuento porque no es posible el encuentro social. Entonces te descuentan unos pesitos! Esta es la mía dije!!! El catering no va, el transporte de los dolientes no va, las flores no van, el cajón no sabemos si va, pero te hacen el trámite en el registro civil y te lo envían por mail!!! Guauuuuuuuuuuuuu, me dije, como si los documentos electrónicos los hubieran inventado ellos y te dan un servicio extra. 

Te piden documentos, sacan fotocopias, firmas permisos, y pagas una interesante suma de dinero por un servicio limitado, pero te llevas la sorpresa cuando pedís la factura. Primero te dicen que después te la dan, y finalmente no te dan nada, porque deberías haber pagardo la suma del 21% más que que nunca me negué a pagar. Entonces, gracias pero no quiero una factura, porque te voy a denunciar. 

Una vez realizado el pago, el trato cambia. Hay más apuro por terminar con las preguntas, ya no te abren la puerta para que te retires, la cosa es el pago y vos ya pagaste. Nuevamente debes atravesar los controles con la misma odisea que hace unas horas, pero más abatido porque vos sabes como es la cosa, pero no pensábamos que era para tanto. 

Luego, ellos se encargan del asunto del traslado. Lo llevan a donde quieras, etc, etc. Te avisan en unos días como va la cosa. Recordemos que todos los involucrados en la logística están de teletrabajo, menos la casa de sepelios obvio!, Ellos atienden en vivo y en directo. Otras personas de la cadena se encuentran trabajando desde sus casas, con una guardia mínima, que cambia para que todos trabajen. Por ende, la persona que te atendió hace un rato es diferente a la que atendió ayer y la que te atenderá mañana. Entonces y concluyendo, no saben nada de nada y te confunden a cada rato. 

Lo más importante, es que no se pierda el difunto, por favor!. En este punto me guardo el comentario. Para finalizar, y porque no todo está perdido, quiero que sepas que, Duele….y… “¿Por qué duele?. Duele porque te amo y porque no te tengo… duelo”. Dedicado a todas las personas que con empatía, saben acompañar a los familiares con respeto y amor, porque sabes una cosa, todos vamos a transitar por ese camino y espero que no te encuentres solo y triste. ¡Gracias! 

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