Morir en Pandemia.
Una tarea para valientes.
Florencia Rosa Cafarelli
Técnica Superior en Psicología Social.
Instructora en Socorrismo en Zonas Agrestes y Urbanas.
Monitorea y certifica zonas Cardio Segura. Bombero. Payamedico.
Estuvo a cargo del Departamento de Psicología de la Emerencia en la Federación Entrerriana de Bomberos Voluntarios. Actualmente se encuentra trabajando en el Área de Capacitación de la Administración de Parques Nacionales.
Morir tiene sus lujos.
Definitivamente morir es un suceso de por
si estresante, donde no se terminan de
comprender los misterios de la muerte,
que nos confronta irremediablemente a los
misterios de la vida.
Cuando esto sucede, transitamos
diferentes sentimientos y etapas normales
del duelo, que se van entremezclando y
estrechando entre sí. Algunas aparecen de
inmediato, y otras se van a ir apareciendo a
medida que pasa el tiempo, y el dolor
disminuye pero no deja de existir. Se
transforma, como todo en la vida.
Dicen los que saben, que hay un tiempo.
Otra vez el tiempo que va y viene, y nos
atraviesa como una daga (ya que estamos,
lo hacemos temático).
Morir de por sí es un negocio. Donde no se
tiene dignidad y empatía a la hora de
lucrar y sacarte hasta el último peso. Sobre
todo, porque tenes el alma tan rota y los
ojos tan llenos de dolor, que ni siquiera
podes leer las letras chicas. Dependiendo
del bolsillo del consumidor, claro está!
No es lo mismo no tener un mango que
haber ahorrado unos pesos que te
permiten morir con dignidad, porque
morir no es un acto individual y egoísta,
sino colectivo y público.
Las ceremonias y rituales, porque sean
cuales sean, todos las tenemos. Compartir
el dolor de la pérdida con otro, hace que
nos confrontemos con nuestros propios
sentimientos. Intentaremos aceptarlos, o
por lo menos, se nos pone el suceso frente
a los ojos y no podemos escaparle por
mucho tiempo.
Usualmente, morir tiene sus lujos. Pueden
hacernos un catering interesante aunque
no puedas tragar nada, con bebidas
calientes y frías pa´ bajar el bocado.
Pueden ponernos transporte: uno
confortable para los dolientes y uno para el occiso (ah!! Esta palabra la escuche del
camillero que buscaba al muerto del
hospital para llevarlo a la cochería), para
que vaya cómodo hasta la morada final.
También retiran el cuerpo de donde esté y
te lo llevan a donde queres. Eso es bueno.!!!
También te asesoran para realizar la
documentación correspondiente para que
“esa persona que en vida era”, pase a ser
un “difunto” en un papel frío para que
presentes donde gustes.
Luego te ofrecen diferentes tipos de
cajones (la parte donde te preguntan el
peso y la altura es too much), música
instrumental, parcelas privadas, urnas de
diferentes formas y flores o coronas. Nada
es al azar, todo está fríamente calculado.
Maravilloso negocio, no sé por qué no se me
ocurrió!
Pero en tiempos de pandemia, la cosa
tiene sus vericuetos.
Morir en pandemia tiene sus
contratiempos. Muchos sitios cerrados,
médicos ausentes por la cuarentena,
teléfonos que dejan de ser atendidos y la
lista es larga. A todo esto se le suman los
laberintos de transitar por la city. De por
sí, hay que pasar los controles de
“sanidad”. Largas colas de autos, personas
con barbijos, planillas y conos. Donde, por
supuesto, no es lo mismo transitar en
vehículo propio que en transporte público.
Cuando uno, apenas con las habilidades
para manejar, llega a los controles y debe
justificar el paso, puede pasar cualquier
cosa. En transporte público los tiempos
cambian, debido a que hay que esperarlos
largos minutos, que se vuelven horas
eternas de ida y vuelta.
Al llegar a la barricada te aborda el
personal correspondiente, y te solicitan los
permisos y la documentación necesaria
que cuesta muuuucho conseguir, y que no
es tarea fácil. Donde una expone con el
corazón en la mano lo sucedido y rogas con
la mirada que te permitan pasar. Luego se
presenta la documentación impresa, el
permiso si dispones de impresora, porque,
obviamente, todos los negocios están
cerrados. Si no tenes impresora, lo llevas
en el celular y no te quedes sin batería
porque no regresas a tu casa.
Una vez que transitas por la ciudad de los
zombies, llegas al sanatorio/hospital. Te
informan del sucedo, de los pasos a seguir
y te envían a un sector “privado”. Ese
sector recibe los insumos del hospital, por
allí se retiran los residuos y, por supuesto,
de allí sacas a tu muerto. Claramente,
separamos a los muertos de los vivos, no
sea cosa que la mezcla nos confunda un
poco más. Finalmente, te dan un turnito
para retirar al occiso y todo arreglado.
Una vez hecho el trámite inicial de cuasi
retiro, seguimos con los pasos necesarios
con la casa de sepelios (previo ir y venir
pasando controles). Ahí todo se vuelve
formal, porque aún no te sacaron la plata,
entonces la cosa se pone linda de por sí. Te
abordan con amabilidad y te informan que
por esto de la Pandemia te hacen un
pequeño descuento porque no es posible el
encuentro social. Entonces te descuentan
unos pesitos! Esta es la mía dije!!! El
catering no va, el transporte de los
dolientes no va, las flores no van, el cajón
no sabemos si va, pero te hacen el trámite
en el registro civil y te lo envían por mail!!!
Guauuuuuuuuuuuuu, me dije, como si los
documentos electrónicos los hubieran
inventado ellos y te dan un servicio extra.
Te piden documentos, sacan fotocopias,
firmas permisos, y pagas una interesante
suma de dinero por un servicio limitado,
pero te llevas la sorpresa cuando pedís la
factura. Primero te dicen que después te la
dan, y finalmente no te dan nada, porque
deberías haber pagardo la suma del 21%
más que que nunca me negué a pagar.
Entonces, gracias pero no quiero una
factura, porque te voy a denunciar.
Una vez realizado el pago, el trato cambia.
Hay más apuro por terminar con las
preguntas, ya no te abren la puerta para
que te retires, la cosa es el pago y vos ya
pagaste. Nuevamente debes atravesar los
controles con la misma odisea que hace
unas horas, pero más abatido porque vos
sabes como es la cosa, pero no pensábamos
que era para tanto.
Luego, ellos se encargan del asunto del
traslado. Lo llevan a donde quieras, etc, etc.
Te avisan en unos días como va la cosa.
Recordemos que todos los involucrados en
la logística están de teletrabajo, menos la
casa de sepelios obvio!, Ellos atienden en
vivo y en directo. Otras personas de la
cadena se encuentran trabajando desde
sus casas, con una guardia mínima, que
cambia para que todos trabajen. Por ende,
la persona que te atendió hace un rato es
diferente a la que atendió ayer y la que te
atenderá mañana. Entonces y concluyendo,
no saben nada de nada y te confunden a
cada rato.
Lo más importante, es que no se pierda el
difunto, por favor!. En este punto me
guardo el comentario.
Para finalizar, y porque no todo está
perdido, quiero que sepas que, Duele….y…
“¿Por qué duele?. Duele porque te amo y
porque no te tengo… duelo”.
Dedicado a todas las personas que con
empatía, saben acompañar a los familiares
con respeto y amor, porque sabes una cosa,
todos vamos a transitar por ese camino y
espero que no te encuentres solo y triste.
¡Gracias!
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